
La razón principal para reparar un parabrisas dañado no es solo una cuestión estética, sino de seguridad, ya que la reparación de devuelve al cristal la integridad y fortaleza que tenía antes de sufrir el daño (un parabrisas lastimado por un pequeño impacto pierde el 50% de su integridad estructural).

El parabrisas está diseñado, entre otros fines, para proporcionar soporte al techo; sin embargo, si está dañado, será muy poca la seguridad y contención que pueda ofrecer ante un vuelco dado que su resistencia estará críticamente reducida. Esta situación puede empeorar drásticamente si el parabrisas fue reemplazado e instalado incorrectamente, en cuyo caso, ante un choque o vuelco, puede llegar a desprenderse del vehículo dejando sin protección alguna a los ocupantes del automóvil.
A menos de que se repare rápidamente, el pequeño impacto puede abrirse y extenderse al punto que la única opción será el reemplazo del parabrisas.